¿Qué vamos a hacer en ese momento?¿A qué momento queremos esperar para tomar una decisión?¿Merece la pena?¿Es bueno para nosotros, nuestra pareja y para los hijos?
- Intentar mantener y mejorar la relación.
- Terminarla a tiempo de que se siga deteriorando.
- Quedarse en el medio de la puerta sin abrir ni cerrar también es una decisión y suele ser insatisfactoria.
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Matrimonio sin amor solo por los hijos
Es cierto que muchos matrimonios se mantienen sin amor sólo por tratar de no perjudicar a los hijos, pero ello no quiere decir que sea lo correcto. Son muchas las personas de nuestro entorno en las que nos podamos ver reflejados y en las que percibamos que tienen una relación sin amor pero que aparentemente satisface a ambos.
Cada persona tendrá unas prioridades en la vida, pero es evidentemente que sin amor no podrá existir un matrimonio pleno. Podremos ser buenos amigos o adaptarnos a una determinada vida, en muchos casos por miedo al cambio y pérdida de calidad de vida, pero ello no debe de llevarnos a pesar que es algo bueno o que un matrimonio sin amor se puede mantener por los hijos, pues precisamente por los hijos y por nosotros mismos y nuestro marido o mujer, debería de acabar en separación o divorcio a tiempo, antes de que la relación se deteriore.
Atrapado o atrapada en una relación sin amor
- Atrapado o atrapada: Supone estar encerrado o encerrada como un pájaro en una jaula, que puede estar bien allí, pero que está perdiendo algo que también querría o podría vivir y que tal vez sí le podría satisfacer.
- Relación sin amor: Existen muchos tipos de amor, amor propio y amor por los demás. Si no existe amor en nuestra relación de pareja no será una relación de pareja, podrá tener otro nombre, pero no se trata de un proyecto común basado en el amor, habida cuenta de que este es inexistente.
Señales de pareja sin amor
No hay unas señales claras de que en una pareja no hay amor. Puede ser que nunca lo haya habido o que se haya perdido, pero en ambos casos, deberemos de plantearnos si nuestra relación de pareja o matrimonio es lo que realmente queremos, pues podemos tener un matrimonio acomodado o al que estamos adaptados o adaptadas, pero debemos de analizar si es lo que queremos para nuestro presente y nuestro futuro.
No vamos a ver señales evidentes en la mayoría de los casos de que vivimos en una pareja sin amor, pero sí que es posible que tengamos un conjunto de pequeños hechos y comportamientos que nos creen rechazo y nos hagan sentir que no queremos compartir nuestra vida sin amor en una pareja que en el fondo no es como queremos y deseamos.
Un gran problema que echa para atrás a muchas personas a dar el paso de pedir la separación es cuando la casa es mía y mi pareja no quiere irse.
Consecuencias de un matrimonio sin amor
La consecuencia de un matrimonio sin amor es que no seremos felices ni podremos hacer felices a nuestro marido o mujer. Es cierto que a todo se puede acostumbrar una persona, pero si no es lo que queremos para nuestra vida estaremos manteniendo y consolidando algo en el tiempo que tal vez no sólo es algo que no nos hace felices, sino que en muchos casos de manera consciente o inconsciente nos hace daño.
Un matrimonio es voluntario y no debería de basarse en aguantar sin amor lo que en su día elegimos, sino que debemos de ser conscientes de que podemos tomar la decisión de separarnos o divorciarnos si así lo deseamos.
Cuánto dura el amor en el matrimonio
No hay plazos pues el amor no se puede medir, sólo se puede sentir y se percibirá de manera muy diferente por los miembros de una pareja en cada momento de la relación. En ocasiones el amor le dura a el marido o mujer toda la vida, pero el otro cónyuge nunca lo sintió o lo perdió rápidamente.
Tenemos testimonios de clientes que se han divorciado y han manifestado que se casaron sin amor, que creían que era amor, pero que con el tiempo se dieron cuenta de que no era más que una decisión a la que se vieron empujados por la sociedad que supone que si tienen relación con un hombre o mujer, lo normal es que te acabes casando. Al igual que en casos en los que solícitamente se percibía, sobre antes, que si una persona no se casaba algo estaba mal.